Te encuentro tumbada en mis memorias, como cada noche, como cada suspiro. La fatiga te desterró de mi imaginación trasladándote a mis sueños y en ellos, tú silueta qué deslumbra en el horizonte de mis pensamientos. Tan radiante, tan hermosa... Tan tú.
Tus labios son el portal donde mi alma conecta con tus memorias... Con tus sentimientos.
Tus ojos brillantes como el sol se clavan en mi ser, haciendo estremecer hasta la última célula de mi cuerpo, solo contigo pude experimentar un amor tan grande...
Solo contigo mi alma pudo renacer y volverse una con el universo, ese donde habitan tus caricias en mis sentimientos, que traspasan la mañana, que perduran en el tiempo y figuran en tú calma.
El romanticismo se vuelve esclavo y la esclava remembrando su poesía, cómo cada palabra, como cada manía... El miedo que te tienen mis palabras no es un acto vacío, son las ganas de encontrarme con tú espalda, y con cada murmullo renacer ahí mismo.
Vida por vida, suspiro a suspiró...
Me descubrió hilvanante dé tu celo, tratando con desesperación alcanzar tú cielo, para surcar las nubes, para besarnos de nuevo. . .
Una sinfonía codiciosa de tí en mí, de tí en el infinito mirando rodar soledades en compañía del otro.
Campiña dorada qué aclarece estos versos, que se declaran impacientes por vivir en tús labios para refutarlos luego.