Como es que el brusco silencio
De una noche tranquila
Que pasa sin más
Por el cubículo insignificante del calendario
Se dedica a recordar el ruido de tu presencia.
Que sin estar gritando, clamaba
Que sin reír ni florecer, regocijaba
Que sin movimiento alguno, bailaba
Como es que, sin decirlo, te amaba.
Yo te amaba, como los ojos tranquilos
Que ven a la luna brillar sin perturbación
Como el gesto desprevenido
De la delicada contemplación
Así como los vientos del valle
Donde con tan poca interacción
Nuestras pupilas se fusionaron
Y así, de revoltón
Dejo de importar el tiempo
O las manecillas de mi reloj
Volvió a volar el viento
Y a llevar en sus brazos intangibles
Las palabras azucaradas
Verdaderas y llenas de amor
Fuerte e infranqueable tormento
Veraz y oportuna demostración
¿Cuándo se valoriza la piedra preciosa
Jamás hallada,
Ni jamás palpada,
Ni nunca ahogada en el perfume
De tu pecho percusionista
Con latidos tensos
Que dan un ritmo de amor?