Una limosna,
pedía aquel mendigo
que bien recuerdas.
Y tu dinero
salió de algún bolsillo
para su mano.
No quiero plata,
te dijo, entristecido.
Quiero otra cosa.
¿Y qué precisas?,
tus labios musitaron,
con cierta rabia.
Quiero cariño,
si acaso unas palabras,
y poco más.
No pido tanto,
tan solo que me veas
como persona.
Y si te sobra,
si no le haces ascos,
mándame un beso.
Un beso tuyo,
que venga de tus ojos
como un regalo.
Un beso tierno
del alma que, en la infancia,
tanto reía.
Y si ese beso
contiene lo que pido
seré feliz.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/02/21
Hoy añoro ese verso y, como el mendigo del poema, pido ese \"beso\" y sueño con que la utopía se hace realidad.
Pero sonrío y me digo que \"adelante\", la vida es un poema y los sueños son sus versos, muchas veces, inalcanzables, como las nubes del cielo.