(Con modestia, recordando a Quevedo.)
¿Qué son esas grandes toldas que en la lejania se ven?
¡Oh, son unos grandes dientes!, compadece su sostén.
¿Ven mis ojos la verdad o ellos me están engañando?
¿Es un hombre el que camina, o veo dientes caminando?
¿Y se pueden llamar dientes a esas moles de granito,
que cuando castañetean, atruenan el infinito?
¿ Y ese colmillo cubierto de una amarillez huraña,
que así erguido me parece una cónica montaña?
Y si viene una sonrisa, (escena de tiempos idos):
Todas las tribus del mundo, de antropófagos reunidos.
Y cuando pasen los años, rebuscando en un osario,
un curioso exclamará:
¡Coronamos compadrito,un cráneo de dinosaurio!