¡Soy ahora una flor muy triste!
Solía reír con las otras rosas
pero vino el querido jardinero
y nos cambió por \"unas\" otras.
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¡Sólo yo sé la qué he pasado!
Yo era la rosa más mimada,
pero el jardinero se nos ha ido
y nos ha dejado muy desoladas.
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Y se nota, ya este jardín no florece,
las otras flores ya se han marchitado,
ya casi ningún rosal ahora verdece;
hasta yo misma, me he retirado...
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¿Dios, y qué le pasó al jardinero?
Todas nos lo hemos preguntado.
Ni siquiera su amigo, el abejero,
la pregunta nos ha contestado.
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Nadie sabe lo que hemos llorado,
al sabernos por él, abandonadas.
Hasta el clavel, sobre sí, se ha doblado
y ante este drama, yo me siento relegada.
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Todo es caos y junto a las otras hermanas,
hemos lanzado una plegaria al creador:
\"Padre, te pedimos que alejes a la zutana
que, se llevó al que era nuestro amado Señor\".
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Ese tal caballero que nos vino a enamorar.
Lo llamamos el jardinero y su trabajo dejó,
vino con unas hadas sólo para aparentar,
y montado en chistes nuestra ilusión se llevó.
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Esto ya lo hizo antes y, es la segunda vez,
que el señorito nuestro amor se ha robado.
Dicen algunos sabios qué, son cosas de la vejez,
porque a él también, lo han marchitado
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¡Hay que seguir consejos y no confiar en jardineros,
que si no es un veguero, sólo llega como un viajero!