Dónde está aquella sonrisa,
dónde aquellos ojos negros,
aquellas tardes de verano,
tú y yo siempre enamorados.
Aquellas miradas tuyas de noche de luna clara,
de blancas lunas de tu noble tierra soriana,
en un cielo de estrellas,
parecía que flotábamos sobre ellas.
Nuestro amor quedó grabado,
ahora tú no estás,
pero estás en un cielo de lunas claras,
y tus ojos son los luceros de noches claras,
mujer siempre serás mi amada.