Era una tarde de agosto
cuando te vi pasar
estabas tan silencioso,
que mi corazón dejó
de suspirar.
En ese momento, sentía
que mi voz desfallecía;
sólo el miedo cohibía
aquel amor que nacía.
Y aquella batalla sería
contra el orgullo que tenías
quizás pelearía por hacerte
saber que Cupido,
no se equivoca
porque amar importa.
Y más cuando se lucha
entre lirios y desvelos
por ese velo que escondía
tu mirada caballero...