Elizabeth Maldonado Manzanero

Burla

 

Te engañé, odié tu humanidad, fui infiel con la piel

mientras te envolvías en los ardores de otros apegos

abrí mis puertos a la fantasía por no sentirme sin otra cosa

más tuya, que presa en el cariño que te profese,

en cuerpo entero, un cuerpo que fragmentaste

y un alma que condenaste al infierno de los celos.

Yo me vi muchos días y algunas tardes revoloteando

como mariposa en otros brazos

con las piernas abiertas al placer primario,

perfumando mi corola, cumpliendo el rito mágico

de poner la piel de sus manos en las curvas de mi cuerpo

y otros miembros en los vacíos que me develaste

y fueron ríos recién nacidos que festejaron la vida

con el cuerpo deshilachado,

rozando mis muslos milímetro a milímetro con el deseo

en telúricas convulsiones que invadieron mi cuerpo

y mis oídos recibieron gemidos que no profirieron tus labios.

Sin embargo, te seguí amando-odiando

cada vez que me arrojaba a otros brazos por ira y desdén

de ser lo que no fuiste conmigo, leal y fiel,

para llover mi amor agonizante me des joye en el sexo

y no prodigue mi amor en arrebatos…

pese a saber que mi cuerpo entumecido pertenecía

a quien ya lo había cultivado y que tú construías

nuevos nidos, creando en otras sedas el encanto.