EHUR OHR

53 Agostos...

Intenté escribir unos versos…descolgados del desconsuelo,

alejados de la incertidumbre,

con un aroma de optimismo intenso

que se asemejen a sueños, que sepan a delirios,

que intenten descubrir el edén de la pasión,

con ansias de navegar por un mar de gozo… (atrozmente fortuito),

que alegren estos 53 agostos cumplidos…

arrugados por los desaciertos imprudentes…

y aliviados tantas veces con lágrimas de remordimiento,

que resuenen como canto de gorriones felices…

(aunque vivan enjaulados en la rutina de cada día),

que vuelen como hojas de otoño…que creen alcanzar las nubes…

(aunque caigan irremediablemente en esta realidad inclemente y absurda.)

Intente estar contento por 24 horas… (quizá ni tanto…por unas 12 por lo menos),

mintiéndome que no pasa nada…

y que pronto se iluminará mí oscuro porvenir…

que intermitente se debate en el limbo de la inseguridad (de fechas crueles como esta.)

He sido un caos tantas veces,

me he expuesto al límite de la cordura,

he desafiado a la vida irresponsablemente… (y ella me ha perdonado…quizá porque ya arremetió con brutalidad a mi alma de niño.)

ese niño que se hizo hombre…resintiendo de las espinas que le clavo el destino,

revelándose en tiempos de adolescencia con toda su intolerancia,

que hizo de la rabia una manera de calmar las penas tormentosas…que le entristecían,

tratando de ahogar su impotencia con botellas de licor amargo,

buscando asfixiar la desidia en largas horas de cigarros… (en su humeante melancolía dispersa sobre la anarquía de mis sentimientos.)

Después de haber cruzado el desierto de la existencia (por más de medio siglo)

llegó aquí…con la muerte atada a mi nostalgia… (intentando arrastrarme al abismo congelado de su dilema.)

Y no sé por qué razón siento que se quedará esperando…hoy no será el día.

Por algún motivo inexplicable…aún tengo ganas de continuar indagando en el candor de un nuevo amanecer.

Quizá me aferro al milagro de recuperar mis anhelos de juventud que me hicieron creer que la felicidad existe… en algún extraño lugar donde nacen las sonrisas,

donde una sola mirada es capaz de devolverte la esperanza,

y en donde un beso lo dulcifique todo…

llenando de luz esta aflicción infinita que aún me somete.

Intente escribir unos versos… (el día de mi cumpleaños)

y terminé orándole a Dios, pidiéndole humildemente que encienda mi corazón,

que lo llene de verdad y lo transforme,

y lo envuelva de paz y sosiego.

Termine este día, (y no sé porque), pidiéndole a Dios…

la oportunidad de empezar de nuevo,

sin más resentimientos ni dudas,

sin reclamos ni amarguras…

sin temor a la muerte…sin miedo a la vida.

(aunque siento una escalofriante soledad...acecharme todavía).