Día de lágrimas para mi buena suerte.
Y es que no me hago el fuerte ni soy el guapo
príncipe azul que acaba saliendo del sapo:
no, la puta realidad de mi cara inerte.
No apto para abandonar todo mi fracaso
y de una existencia tan inútil como
el gnomo que he sido y buen mayordomo
de la mediocridad: con mi cara de payaso.
Día de lágrimas como lluvia me confieso,
una lluvia de sangre y misantropía
multiplicada. Sí, con mucha filosofía
el tomarme mi verdad como perro sin hueso.
No apto para abandonar una misa,
y que mi Creador no se molestó en acabar
esta miseria mía, un largo danzar
sobre mi propio cadáver: cuerpo sin camisa.
No hay día, que si vivo y no muero,
no caiga sobre mí, mi ser iracundo
poco oportuno, en este mi odio profundo
a todo este mundo mi saña sí quiero.
Desdén a la puta existencia humana,
que destroza lo que toca su mala mano
y su lengua de víbora nada es sano:
su vanidad lo matará de buena gana.
Un día de lágrimas al Amor y la Verdad;
un día de lágrimas a un mundo mejor;
un día de lágrimas al mal inventor
de armas de destrucción a la Sinceridad.
Y es que no encuentro ningún consuelo;
no encuentro a esa persona mi gemela,
que más parezco a esa ave de acuarela
frágil. ¡Ay, mi Señor, todo en mí es duelo!.
Día de lágrimas para mi vacío fraterno;
ni amigos ni amigas tuve... mi vida es misterio
poco serio y más muerto una vida de vituperio:
lo único conocido que tengo seguro, es el averno.
NACHO REY