Raiza N. Jiménez E.

Amando tu voz en la distancia.-

¿Quién es? siempre me pregunté.

Lo he pensado porque no lo sé.

¡Ay, Señor,  todo lo tuyo lo dudé!

Sí.  Es que nunca te vi o te besé

 ***

Una noche llegó el eco de tu voz

y  al escuchar esos sonidos del cielo

se hizo en mí una ensoñación veloz

y ese sonido ya casi lo develo.

 ***

Mi corazón arrobado rio de gozo,

mis ojos lloraron de emoción

y mi  sonrisa se tornó un retozo,

mientras tú entonabas tu oración.

 ***

Y ante estos  acordes lejanos,

ante tu voz me quedé presa

en la métrica del piano

y tu fragancia francesa.

 ***

Siempre y desde ese momento,

tu plegaria escucho en solitario

 y la algarabía de tu voz en el viento

 pero, tu ausencia se volvió calvario.

 ***

Nunca he sabido quién eres,

pero mi  triste alma se contenta

y  las otras veces, se muere,

porque de tu voz es sedienta.

 ***

¡Registro todas  tus notas!

Eres todo un poeta, el que yo sigo.

Y todo mi ser por ti se alborota,

cuando escucho tus sonidos.

No dejo de oír tus poemas y tu canto

porque tu voz está en mí.

Yo nunca he sido un encanto,

pero mi amor yo te lo di.

 ***

Nunca te he visto en mi vida,

pero mi vida es toda, tuya.

No es una vida florecida

y quiero que en tu alma fluya.

 ***

¡Yo no sé quién eres y  lo presiento!

Te amé,  desde que tu voz escuché.

Todo me dio vueltas y  perdí el aliento

Algo raro me pasó porque enseguida te amé.

 ***

¡He sido tuya en tu poesía, en tu canto y en tu voz,

Ay, Señor, si, lo seré en la vida, sólo lo sabe Dios!