Envuelto en tus temores,
mientras yaces dormido ,
observando tu rostro,
te percibo perdido…
Una lágrima un día,
descendió en tu mejilla,
ojos grises y tristes,
ojos del alma mía.
Hoy te embarga la ausencia,
y te inunda el vacío,
de la dulce ternura del abrazo de un niño…
Y tu llanto fluye,
como el cauce de un río,
que emerge de las sombras,
como en invierno frío…
¿Cómo pueden herirte?
Dulce tesoro mío,
si tu cuerpo y tu alma
de amor fue construido.