Muerdo las letras del abecedario,
muerdo el silencio que habita en mi pecho,
de día, de noche y a diario,
ese silencio que no me deja
pronunciar palabras,
el que no me deja gritar que te he perdido,
el que ahoga mi garganta con el grito,
ese que revienta mi corazón desfallecido,
es que yo no comprendo
la razón por la que te hayas ido.
Muerdo mis labios,
para que no queden huellas de tus besos,
para no acordarme cuanto me has herido.
Muerdo mis ansias que mató tu olvido,
para no tenerme que acordar
que ni siquiera hubo despedida.
Y se quedó ese silencio
habitando como céfiro enardecido,
arrastrando mis sueños al vacío,
a sabiendas de lo mucho que te he querido.
Por eso hoy me duele tu perfidia,
sólo me dejaste este silencio
que se apodera de mi calma,
este silencio que envenena mis arterias,
este silencio que no me dice nada,
que atormenta mi alma,
este silencio que hace un hueco en mi almohada
y el que hace que mi pensamiento
se torture pensando porqué tú me dejaste,
porque me abandonaste si tanto me querías.
Mi mente es un caos de incognitas...saturada...
Incognitas que quizás nunca las descifre,
pasaré la vida preguntándome
el porqué de tu partida,
preguntas que se las llevará el viento,
respuestas que yo nunca encontraré
y tú nunca sabrás de mi tormento,
nunca sabrás cuan grande es mi sufrimiento.
Felina