Adiós: que no sé cómo decirlo,
dolor que no hay como medirlo
es un eco de ayeres en manojos...
Paz y amor te llevas al paraíso
hoy que tu crepúsculo es iriso:
brilla como el llanto aquí en mis ojos.
Te amo con amor eterno y fiel
que vive en mi centro y en mi piel
y aun siente tu voz, y tu fragancia...
te amo de ayer y de por vida,
y cuando la muerte sea vencida
te amaré como toda mi infancia.
Ve hacia esa luz que ya te espera,
ve, que hoy termina tu carrera:
un mar donde desemboca el río...
Un mar de perdón y alabanza
un reino de luz y esperanza:
mientras te lloro Padre mío.