Se deshace mi corazón, se hunde ante la angustia y la desesperación, se culpa por haberme dado tanta libertad y dejarlo dirigir todo sin medir el dolor.
-Eres descarada y cínica!- Me grita.
Roto, con ganas de hacerme pagar por ser descuidada, amenaza con volverse indiferente ante el amor como nadie jamás existió.
Mientras que yo lo miro de reojo y me encierro en mi cuarto hasta que sale el sol.