El sol quema sin merced la arena,
en la sombra de palmeras ondulantes
escuchamos el sonido místico de las olas,
cual una serena de un trovador enamorado
Miras hacia el distante horizonte,
mudos pensamientos.
como un océano de marea baja,
abandonando antes del amanecer
su amante adormecida.
Besas con ternura mis ojos somnolientos,
rozando suavemente mi mejilla,
cual el mar de alta pleamar,
acariciando por entero la playa
Tus labios tocan los míos,
suspiros,
me permites navegar por tus ondulaciones,
como las aguas cristalinas y poco profundas,
revelando las maravillas de tu intimidad
Cual un náufrago
me encuentro perdido
en el laberinto del arrecife
de tus encantos
Así como una tempestad en alta mar
se transforma en la calma de un día sin viento,
la loquera de nuestra frenética pasión
en la sublimidad de corazones conquistados amansa
David Arthur
La foto propia (El Hatillo de la costa, Venezuela)