He aprendido a caminar
sobre un mar de fuego
como una equilibrista sin miedo
al abismo.
Cuando miro atrás
mis huellas no desaparecen
quizá porque nunca
han existido.
He aprendido a bailar
sobre un mar negro
sin mirar hacia abajo,
quizá por miedo a las alturas
o a descubrir que mis piernas
se sostienen sobre la nada
más profunda.
He aprendido a ver el mar
sin quedarme en la orilla
imaginando sirenas
que ya no pueden recordarme.
He aprendido a mirarme
sin miedo a descubrir
que yo soy el fuego
y el mar oscuro,
y a veces,
también los monstruos.