Pero, en realidad, ¿por qué Luisa no lo ama?. No lo ama, pues, en el corazón no se manda, cuando en su corazón existe yá amor, está la muchacha enamorada de otro hombre, el cual, no era Ocasio, cuando en su rumbo quedó como un delirio automatizado en creer en el alma llena de bondad, pero, era dura, recia y tan devastada como el mismo desamor hacia Ocasio. Cuando ocurre el trance perfecto de creer en el alma, una sola oportunidad en poder creer en el alma llena de bondades nuevas cuando ocurre en el mal deseo, un desamor como el de ella y más sin amor. Cuando se siente como un desamor inerte y tan insípido que no se logra ni amar ni amarrar el amor en el corazón. Y Luisa no lo ama, es como perder el instinto en su amor, y saber que el destino es tan frío, como el mismo hielo sobre la piel, por tanto recibir caricias de ese amor fue como sentir ese hielo álgido y saber que el rumbo es fuerte e inerte. Cuando por creer en el alma floreciendo se enfrió el deseo de amar, de querer y por saber que el tiempo se siente como el mismo instante en que se siente como el mal trance de querer amar y amarrar el deseo en el alma fría. Y en querer saber que el ánimo corta la respiración cuando en el amor quedó como un triste y adolorido desamor. Cuando en el alma de Luisa había luz y esa luz era la que quería Ocasio de ella en el alma pura e inocente de impurezas para poder amar a su amor. Pero, ¿por qué Luisa no lo quiere?, cuando en el instante se da como el combate de creer en el alma devastada de riquezas autónomas en saber que el silencio se sintió como el mismo sinónimo de creer en el alma compilada de amores clandestinos, y de rico porvenir, y extremadamente frío como el de creer en el alma con esa gesta improvisada e imaginativa. Cuando en el trance de la verdad se siente como la verdad de creer en el alma limpia y pura como que el silencio fue impuro y mal devastado en creer en el mal amor que ella no le quería dar a Ocasio porque sencillamente no lo ama. Si le era fiel y leal, a otro hombre, el cual, ella desea amar con mucho amor. Y destrozando a la verdad y la forma de amar lo que en realidad la forma en el corazón un sólo destino suave y delicado como formando en el alma un sólo frío nefasto, de un sólo tiempo, en que el deseo se convierte en un sólo espacio vacío y más en el corazón. Cuando Luisa, ama incondicionalmente a otro hombre, el cual, ama a otra mujer. Cuando en el cinismo se electrizó la forma en creer en el mismo cruce de creer en el delirio y más en el tiempo. Cuando en el reflejo de observar en ese amor una pasión, sólo se debía de creer en el delirio más real, pero, sólo había un amor superficial, y autónomo, en poder creer en el alma, si llega a derribar el alma en un conjunto de cosas inertes y tan delicadas en creer en el alma desértica en saber que el silencio era y es un sabio momento. Cuando en el momento se dedicó a amar en cuerpo y alma, en saber que su rumbo se dedicó en la misma fuerza y en las mismas fortalezas inocuas y trascendentales en poder creer en el alma sin la luz que emana de Luisa. Cuando en el imperfecto desenlace se da como el mismo principio de creer en el alma a cuestas de la sola razón, cuando en el alma debió de automatizar la gran espera, de creer en el alma desértica, de ser como un torrente de sensaciones buenas, en saber que el deseo se dió lo mejor de un sólo momento en que se da como el mismo imperio hacia los ojos de color marrón. Cuando en el amor nadie manda sino en el propio corazón en que se debate una sola espera en creer en el alma amando lo que nunca más y más, cuando en el alma se siente como el mismo cinismo. Cuando en el momento era como el mismo instante en que el amor sintió como el alma destrozada, y en un suburbio inmenso caer en el rendimiento de amar a otro hombre sin más perezas que en caer en el desierto más poderoso del amor y sin amar a Ocasio quedó Luisa.
Ocasio ama tanto a Luisa, como a su verdadero y único amor, en la pasión revestida de creer en la luz de esa alma, sí, la de Luisa. Cuando se sintió como el delicado rumbo de saber que su esencia automatizó la espera de esperar por un rumbo faltando en un momento, en que se aferró al desierto frío en la mirada mirando la cara de Luisa. Y Ocasio se fue por el ocaso y por el desierto frío de creer en el combate de dar como el mismo fin de ese amor entre Ocasio y Luisa. Cuando en los celos de la vida, Ocasio cela a Luisa, por el amor que le tenía, y todo, porque era mucho amor. Cuando en el tiempo y en el ocaso se da como el tormento veraniego de creer en el alma devastada en dar el mismo instante en que se siente como el terrible mal desenlace de creer en el mal amor y más en no ser correspondido. Cuando en el trance de lo perfecto se entregó lo más efímero de creer en el delirio automatizado en la espera de esperar por el tiempo de ese amor callado, impetuoso y en sola soledad, en cuanto a deliberarse de una calma total en cuanto a la desalma de ese amor por una coraza en el mismo coraje del corazón. Cuando se debate en creer en el desierto automatizado de saber que en el ocaso frío Ocasio se envenenó de desamor y de frialdades autónomas de creer en el desierto mágico en saber que su mundo es como el mismo reflejo de creer en el desamor de Luisa hacia Ocasio. Cuando en el rumbo persiguiendo una sola dirección de su amor, sólo se dió lo más correcto de un todo en que ella no corresponde más ni más. Cuando en el momento se entregó lo más delicioso de un sólo tormento, un mal sabor por la insistencia de ese amor de Ocasio hacia Luisa. Pero, ¿por qué la ama tanto?, por su forma de ser y por el comienzo en saber que estarás en el mismo principio en saber que su rumbo quedó como tormento y como un suburbio engreído en saber que su rumbo creó un sólo mal comienzo en saber que ese amor no era ni será correspondido. Cuando en el desenlace final se dió lo que más en el alma, una luz en el alma devastada y todo por el mal desamor. Y la ama, Ocasio a Luisa y no hay nada más que saber, si en el desierto mágico se encierra más el gran deseo y el amor a toda costa. Cuando se encierra la desesperación en querer entregar el coraje de amar y en ser amado por Luisa. Cuando en el trance de la verdad se aferró al mal desastre de creer en el capricho exótico de sentir el silencio en cada palabra y en cada letra de su nombre. Y la ama, ¿y, por qué la ama aún?, cuando en la verdad de un todo se aferró a un sólo deseo. En envenenar lo que encrudece un mal sabor de un sólo amor, el de Ocasio por el de Luisa, un tremendo desamor y una cruel desavenencia autónoma de creer en el convite en segregar lo que era amor dentro de su corazón. Y no era pasión ni desnudez sino puro amor y más que eso pureza innata de creer en el amor en el solo corazón. Cuando en el embate de dar por el mismo final una hazaña en proeza que quería interpretar y realizar para impresionar a Luisa.
Cuando Ocasio trama la hazaña de amor amando a su corazón, y buscando a su tiempo, sólo quiso en ser como un sólo tiempo en que se sintió como el mismo pasaje de ida y sin regreso, y todo porque el amor se aferró al desamor de Luisa. Y así, al otro día, otro crepúsculo, y otro mal desenlace y otro desamor. Cuando en el mal ocaso se sintió como el mismo tormento, en que se dedicó en el coraje de ver y de sentir en el mismo instante en que se cuece el alma de un tormento y era por el desamor de Luisa. Pues, imagina y fragua un numen inventivo de cómo hacer impresionar a Luisa y de tal manera en poder creer en el amor verdadero de ella y más que eso en ese amor total. Y la hazaña de Ocasio, con la gesta de Ocasio, cuál verdad, se aferra al deseo efímero y real de creer en el alma devastada de tiempo y de sereno constante en que se dedica, un tormento, una ilusión o un amor en barrer el deseo en el solo corazón, cuando ocurre todo ésto, se aferra a la insistencia en poder creer en el combate de dar amor en lo máximo, pero, de un funesto instante. Cuando en el desenlace final de esa hazaña se esperó en ser como la más destructiva gesta y por una gran proeza. Cuando en el mayor desperfecto en poder creer en el embate de dar una mala situación en saber que el destino es y será como el mismo desenlace y eventualmente y tan efímero como lo que fue y más ocurrió dentro de su propio corazón. Cuando en el trance de la verdad se ofreció efímeramente en creer en el desierto más conceptual que en creer en el mayor embate de saber que su nombre era el amor de Ocasio. Y siendo como el mismo universo se enfrió como el más de los imperfectos y sensacionales latidos del corazón. Y del mismo tiempo y del mismo ocaso se amó como el mismo evento, de creer en el alma y con la luz del alma de Luisa. Cuando en el embargue de todo se vió aterrada y más que eso aterrada a dar amor a Ocasio. Cuando en el suburbio de un mal y de un todo se vió insistentemente en ser como el destino y como el mismo desafío de entrever el delirio autónomo de saber que el ingrato dolor se siente como el mismo dolor. Cuando en la insistencia de Ocasio,y en la ausencia de querer amar y de ver en la mala situación de creer en el silencio que le deja el amor de Luisa. Cuando en el desperfecto de un todo, fue una ingrata desesperación lo que le ocurre en el mayor desastre de creer en el delirio en salvaguardar la esencia y la mala osadía de creer en el desastre en saber que el silencio es autónomo como un desenlace mayor de creer en la mayor situación. Y saber que su esencia se vé naufragando en el tiempo y más que eso en el tiempo destrozando el numen inventivo de saber que llegará a fraguar una sola hazaña y una sola gesta en dar a conocer a su amor por la pasión de Luisa. Cuando en el desenfreno de un sólo poder se aferró al trance de lo conceptual y de lo más efímero en creer en el mayor empate de saber que el destino es cruel. Cuando en el desafío se intensificó lo que en el desafío se sintió como el mismo desenfreno, en saber que el destino es terco y saber que el destino es suave como el mismo tormento, en que la sonrisa se siente como la misma soledad en el tiempo, y más en el combate de creer, en la mayor situación de dar con el mismo dolor. En que fue como la misma conmiseración latente y desafiante de dar con el reflejo en hacer una verdad y tan fría en poder amar a Luisa. Y converge un tiempo y un dolor en volver a amar con pasión y por un candente deseo, cuando en el alma se dió lo que más quiso en el alma fría, como lo que nunca se aferró en el alma descendente. Y en amar lo que más se aferra en el alma dejando un sólo dolor en el tiempo y más que eso una herida y tan profunda como el ir y venir y desde tan lejos, como lo fue el tormento de creer en el alma devastada y tan triunfante de querer amar y de amarrar en la insistencia de caer en el delirio delirante en sobrellevar la fuerza y la plenitud en ese amor pasional de Ocasio. Cuando en el mayor de los instantes se aferró a la insistencia en creer en el mayor de los casos cuando se siente lo más cruel de creer en realizar esa hazaña de amor por el amor de Luisa.
Cuando se prepara y se encrudece de iras insolventes en poder y en rabia, cuando sólo quiso impresionar a Luisa y más al amor de ella. Cuando en el desierto más mágico se ofreció lo más cruel de un sólo destino. Y amó verdaderamente Ocasio a la pasión de Luisa dejando inerte al solo corazón. Cuando al solo corazón se entregó de supervivencias con la hazaña en proeza deteriorando el por qué de un sólo desnudo en la piel. Y tomó fuerzas y más que eso mucho ímpetu y mucho ahínco, cuando en el trance de la verdad se aferró a su hazaña de amor. Haciendo que el desastre en ver esa hazaña proceder y en querer no morir por el tiempo y por el ocaso sintiendo el mayor de los nervios cuando su mundo se aterró al destino. Y se sintió como un suave delirio y tan latente como el fuego en que hace y realiza su hazaña y más que eso en proezas y por una gesta tan impresionante. Cuando en el delirio más eficaz y tormentoso, e impetuoso en creer en el alma por subir hacia la inmensidad y con esa hazaña de amor que quiere sólo hacer impresionar a Luisa y todo por un amor sin poder ser correspondido. Cuando vió llegar a Luisa cerca de él, hizo y realizó su hazaña de amor más arriesgada, si él, Ocasio tomó un fósforo y enciende una antorcha o tea, cuando se enciende en gasolina y cree que la antorcha no le haría nada más que pasar por un aro con la antorcha en mano haciendo una acrobacia, pero, ésto le resultó indebidamente mal. Y Ocasio se enciende y muere en el acto. A Ocasio lo llevan inmediatamente al hospital donde sin percatarse muere en el acto por quemaduras graves en su cuerpo. Y desatando una euforia autónoma al saber que estaba frío y loco en una locura en demencia por el amor de Luisa. Cuando en el amor y en el dolor se aferró a la soledad de nunca haber amado a su verdadero y único amor al del amor de Luisa. Cuando, la redención, de su alma y más de su corazón, se atrevió a enredar su más triste corazón cuando sólo lo último que expresó al morir fue -“te amo Luisa”-, y desenredó el tormento y más que eso fue sustancialmente feliz al morir y a descansar en su alma sólo quedó con el alma, buscando en los celos de la vida a un sólo amor. ¿Y lo halló?, pues, no, no logró tener y amar y en ser amado por el amor y la pasión de Luisa. Cuando su amor quedó frío y tan desolado como la fiebre en el delirio frío y conceptual, y en crear un suburbio autónomo de saber que el destino no le juega un juego donde no ganó, sino que perdió el amor, la vida y más que eso el amor propio por su vida misma. ¿Por qué Ocasio realiza ésta hazaña de amor?, porque al fin y al cabo, quiso impresionar a Luisa, a su amor y a su pasión y más a su corazón, ¿amando igual que él Ocasio?, sino se supo del amor de Luisa , más en no ser correspondido. Cuando su alma quería la luz del alma de Luisa. Cuando su amor amerita que en el desenlace se abrió de tiempo y de tormento, cuando muere en el acto, por saber que su esencia y que su presencia, se fue como el ave volando lejos en el cielo. Y dejando un tiempo en que sólo el sueño fue tan pasajero como el ir y venir lejos de un sólo sentimiento. Cuando en su presentimiento debió de aumentar la manera y tan frívola de mirar con esos ojos de color marrón al amor de Luisa. ¿Por qué Ocasio realiza ésta hazaña de amor?, si el amor sólo quiso ser como el mismo amor en el alma esperando por el tiempo y por caducar el amor en el corazón, no, nunca pasó. Si la amó desesperadamente e inocuo en el tiempo y más en el combate de creer en el amor a toda costa, se dedicó en la forma de atraer el desierto mágico en la presencia en una manera de ver y de observar en la espera y tan universal de creer en el amor sin consecuencias. ¿Y no era así?, si en la magia universal de un todo debió de creer en el desierto mágico soslayando en el tiempo y más aún en el ocaso vivo, dentro del ocaso muere como muere el sol la marcharse del cielo, llegando la fría noche con la noticia de que Ocasio murió en el acto.
Si Ocasio murió en el acto dejando frío el camino y el destino y más que eso entre camisas de dolores un amor y más que eso muere por un encendio voraz en su piel, dejando una marca trascendental en la piel y en su camino donde realizó su hazaña de amor. En la hazaña de amor, cuando en el instante se aferró al dolor de un cometa de luz, cuando en el momento se vió atormentado de frívolo deseo cuando en el alma se vió una luz clara y tan contundente como lo fue querer amar a Luisa con esa luz en el alma. Cuando en la forma de sentir y de observar su hazaña se petrificó la forma en realizar la hazaña de amor y más por el amor de Luisa. Cuando en el alma de ella quedó con la luz que de ella emanaba. Cuando en el suburbio de su frío corazón, quedó como un instante en que el ocaso se vió frío y muerto como que en el delirio se aferró todo como su cuerpo muerto en el acto y más por estar encendido con una gasolina que encendió a su cuerpo por hacer una proeza en que se da como el instante en que el alma voló como vuela un cometa de luz por el universo. Si dejó frío el camino, y álgido el viento quemando con fuerte poder y con vehemencia a un solo cuerpo que sólo quería impresionar a Luisa, a su amor en el tiempo y más en ese terrible ocaso que dejó su vida y su amor a la mala intemperie. Si en el viento dejó cenizas heladas de frialdades y de consecuencias raras, cuando en el tiempo y en el ocaso frío, se automatizó la espera de nunca tener el amor de Luisa, si murió en el acto. Cuando su mundo se volcó de iras y transparencias autónomas de creer en la luz de la luna como en el ocaso dejando la noche fría llegar. Y Luisa atónita, estupefacta y seriamente asombrada por lo acontecido y el mal sucedido, no se aguantó más y lloró de penas insolventes. Cuando en el alma, sí, su alma quedó como los rayos del sol en el mismo cielo donde voló Ocasio, dejando inerte y sucumbiendo en un sólo mal deseo realizar esa hazaña de amor y que por amor murió y más por el amor de Luisa. Dejando una estela fabulosa, fantasiosa, pero, tan real como su cuerpo quemado y tan encendido con el fuego lleno de luz como la luz del alma de Luisa. Y quedó por siempre entre esa luz del alma de Luisa y la vida, sabes que más continúa...
FIN