REFUGIO
Digo que el viento
envuelve la fronda. Y en esa danza,
inasible, poderosa,
germina en brotes la ternura.
A veces,
temo que el viento se convierta en voz,
que los campos,
inmóviles,
sean entonces piedra,
y yo,
sin historia,
un etéreo recuerdo de futuro.
Entonces,
tengo pavor a no verte más,
que mi poesía,
inválida,
se quede ya siempre huérfana de vos.
Comprendo.
Los castillos no se construyen con piedra,
a veces, no hay más cálido refugio que el viento…
Anton C. Faya