Voy en surcos
dinamitando la piel
extenuando flores
convocando auxilios
destartalando sucias azoteas
llenas del vértigo que anuncia
una voz, una bandera.
Dual masacre incentivada
dónde recrearse finalmente
en qué vestigio de profundidad
onerosa
vestir y vestirse con alas prefabricadas.
Extraño los días lluviosos
las ojeras de los domingos
las nieblas de los guantes
donde metía el saco del cuerpo
y peleaba por competir en el atrezo.
Reinas del fin del mundo
con su corona paliativa de desórdenes
universales, pólvora radiactiva
de los fuliginosos caldos preternaturales.
Voy caminando en círculos
las promesas rompen la secuencia
almendras del porvenir con su blanco néctar
donde alimentar a un vástago
o quebrar las alas del palafrenero.
Me aturde el silencio moja mi estampa
perfiles de colas largas atontan mi suave carencia
arameo en silencioso vendaje samaritano
del buen corpus sin fuego.
Oh mayestáticas voces
para anidar lejos de los humanos
que restan bajo las límpidas azoteas
y los relámpagos fragorosos y olvidados.
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