II
El riesgo de sumergirme
en tu piscina fértil
culpable de huracanes latinoamericanos.
Afirmo tu cerebro inefable
y solo quiero que me sigas hablando
de tu viaje a Roma.
Contornear de arriba hacia arriba
tu silueta matizada de canela
que no rebela todo lo que sabes,
todo lo que eres.
Despalabras
lo que quiero escribirte.
Y aunque no tenga mucho caso,
aquí estoy transcribiendo
con el aguijón púrpura
tu nombre: que es secreto.
Tu cuerpo llueve
y se columpia,
y ahora soy musa
y enmudezco en tu meneo.
Si las mejillas calientes
son nacientes tras tu llegada
tu constante huída será aceptable.
No me importa
qué pueda pasar.
Contigo
vale la pena
el riesgo.