Los años pasan como las nubes pasan,
unas brillantes, otras cual carbón,
unas traen agua, las otras pedregadas,
todas se empeñan en ocultar el sol,
rojas de fuego o negras de presagios
forman quimeras en el atardecer,
monstruos, bahías, dragones, aquelarres,
todo depende de lo que quieras ver.
Como las nubes, los años no se atoran
nacen y mueren y vuelven a nacer
desde la aurora hasta el postrero ocaso
nos acompañan, nos velan sin cuartel,
son centinelas entre la mar y el cielo
soplan las velas que encienden el pastel,
siegan las hojas de nuestro calendario
y nos alejan de nuestro propio ser,
yo no los temo, los uso como almohada
sueños, recuerdos, retazos del ayer
hojas marchitas colgando de unas ramas
que en primavera veras reverdecer.
somos esquejes del árbol de la vida
semillas tiernas sembradas al azar
notas vibrantes en una sinfonía
que en nuestro pecho sentimos atronar.
Somos cajones colgando de una noria
que nos sumerge en el pozo del ayer
que extraen recuerdos, vivencias, sentimientos
para mutar nuestro paramo en vergel
y fecundar la tierra y la memoria
hasta que toque de nuevo renacer.