A su merced, lo tiene la ingrata,
que lo inquieta, lo apoca y trastorna;
y, tres veces por día, retorna,
al pobre que su miseria, mata.
A su merced, lo tiene y maltrata;
de cuando en vez, su aliento soborna;
y otras veces, lo engaña con sorna,
cuando los sueños le desbarata.
Y sus dolores, son un enjambre,
de abejas que aguijonean duro…
porque, lo ponen en serio apuro,
cuando sintiendo va el cruel calambre
porque su ambiente es tan inseguro
y sin respeto, lo ataca el hambre.
Y antes que sea fiambre
que termine luego la injusticia
y aparezca pronto la justicia.