Lea Nieves Torres®©todos los derechos
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Va tu amada encarcelada en el castillo
de tus poemas tristes, José Asunción,
cada verso gritando las punzantes penas
que te ahogaban el corazón.
El Rey Cronos, sin causa tictabea
compases oscilantes, sin regreso,
y alimenta el gran fuego de su tea
con la luz instantánea de un beso.
Tu alma de poeta se enreda en los versos;
poemas alados delatan tus penas;
corazón de bardo de vagas visiones de una sombra larga
y otra sombra lánguida dulcemente atadas
a dos corazones, corazones tristemente separados
por la parca, por la tumba y la distancia.
Por la senda, caminando, solitario, triste vate,
escuchando los sonidos del entorno que te abate,
el sabor de la cicuta serpentea en tus entrañas
y penetra sus tejidos como pérfidas pirañas
y tu corazón cansado, angustiado y pesaroso,
en el que bullen martirios y tristezas sin reposo,
tictabea, tictabea sus compases oscilantes, sin regreso
y la parca, coqueteando, da al poeta el postrer beso...
Un disparo certero al corazón
apaga el fuego ardiente del poeta
y la cicuta serpenteante del poema
trasciende el Tiempo y envenena
a sus amantes en otra estación...
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