Tu figura que se mezcla con la mía, ampliando la silueta
Intensificando su color opaco, carente de brillo entre ladrillos
Sombras frías, imágenes oscuras,
Donde no llega la luz, donde sucumbe el sol rendido, fatigado
Sombras piadosas, de nuestros cuerpos extenuados
Como mustias planicies en desamparo, sin latido
Sin miradas, sin brillo,
Como delineando penas sobre el suelo empedrado
Contornos oscuros, sin labios que procreen los besos
El misterio de mi sombra junto a la tuya, inanimadas
Sin miradas que resuciten recuerdos o reaviven penas
Como implorando plegarias para redimir los anhelos
O el gemido huracanado de tu cuerpo sobre el mío
Sombras liberadas de angustias funerarias
De semblantes prisioneros en pasados lacerantes
Sin arrepentimientos, ni condenas,
Sin límites para los sueños
Sombras dichosas por el tiempo que transcurre
Por tu cuerpo sobre el mío en la más íntima entrega
Agitando el cortejo de los cuerpos sin huesos
Que se desvanecen en la tierra sobre la inmensidad del mundo
Sombras que se mecen, que se separan y penetran
Sombras que se funden, que se incendian y humedecen
Sombras que se inquietan, que se excitan y se aquietan
Sombras entre las sombras de la pasión y cimiente