En esta parte del mundo
es tarde para vernos:
el dolor de este pueblo
y el plañir de su gente
han sembrado creciendo
amarguras fecundas
de profundas raíces
que erosionan su suelo.
Esta parte del mundo,
que antes fue nuestro nido,
hoy nos niega el cobijo,
la ocasión del encuentro.
Anochece sin luna,
la miseria la ensucia,
el reloj de los muertos
se apodera de todo
y nos queda ya lejos
a los dos el destierro,
ese allá impreciso
donde incierto es lo cierto
o es certero el olvido.