Eres tu mi devoción,
mi cielo, luz y santuario;
y mi dulce religión
con tu faz de relicario.
Te adora mi corazón
y mi espíritu incendiario;
mas tu divina pasión
tiene efecto secundario.
Me diste la sanación
para no estar solitario,
pero afecta mi razón
y me vuelvo sedentario;
atado a bella ilusión
de estar amándote a diario.
Autor: Aníbal Rodríguez.