Eran las seis de la tarde
de un día frio de invierno
con los ojos semicerrados
y tu imagen en mi recuerdo.
Eran las seis de la tarde
cuando volaron mis pensamientos
hasta una ciudad lejana
donde moraban mis recuerdos.
Crucé el umbral de tu puerta
de puntillas y en silencio
para que no te asustaras
y hacer inolvidable el momento.
Y allí estabas, en la ducha
cascadas de agua mojaban tu cuerpo
dando frescor a tanta hermosura
majestuosa a través del tiempo.
con dedos nerviosos enjabonaba tu espalda
mis manos ansiosas acariciaban tu pecho
mi boca sedienta besaba tus labios
mis ojos lascivos miraban tu cuerpo.
Amor y pasión flotando en el aire
candor y dulzura sintiendo el instante
la magia de verte perlada de escarcha
el deseo imparable de ser tu amante.
Y no me cansaba de mirar tus ojos
de enredar mis dedos entre tu pelo
de acariciar tu boca con mis ilusiones
de mirar tu silueta y solo ver el cielo.