Estaciones yermas
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(sextina provenzal en endecasílabos sáficos)
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La brusca bruma tras los bosques blancos
que gimen tristes sus canciones yermas,
al verla inerte descender al suelo,
comprenden tarde que la vida es frágil;
como hoja seca que se lleva el viento
de norte a sur entre intangibles ramas.
Elipsis líquidas, cristal y ramas
vencidas ya por los silencios blancos.
Recuerdos grises que, al compás del viento
adornan trágica la causa y yermas
las suaves lindes de un invierno frágil
que al barro clama cuando besa el suelo
su pie, dormido ante el tremor que suelo
sentir, tan claro como nieve, en ramas
de ayer, perdido por amor el frágil
altar de amparo en que se mueven, blancos,
los días últimos del sol y yermas
las brunas noches donde fuimos viento.
Espectros níveos al hosco viento
me llevan, lejos del umbral del suelo.
La arcilla dulce de su piel son yermas
estepas frías, lacerantes ramas
que azotan fuerte en corazones blancos
la sangre y llagas de no ser. Y frágil
me siento, solo. Como así de frágil
se siente el bosque que, a merced del viento,
desnudo aguanta los embates blancos
de un tiempo atroz que desmenuza el suelo,
devora el cuerpo y sus filosas ramas
que clavan hondo ante esperanzas yermas.
Buscando a tientas que las tierras, yermas,
al cielo brinden su semilla frágil
y brote la hoja del amor, las ramas,
la flor y el polen bendecido al viento
y dar las gracias que el Señor, al suelo,
su gloria otorga tras senderos blancos.
En días blancos y estaciones yermas
el suelo muestra que la vida es frágil
y el viento al árbol las eternas ramas.