EL AMOR DE LA VIDA.
Es gracioso ver a tantos desadaptados emocionales
ofreciendo sus vidas a cambio del \"amor de la vida\",
verlos cómo los abandonan las sonrisas por descuidados,
ver a la misma la muerte en vida
tocando a las puertas de sus existencias,
y a algunos pobres diablos dejándola pasar.
Los veo pero no los juzgo
porque cuando los veo
y los detallo para juzgarlos
o para burlarme de ellos,
mis ojos no logran ver personas
sinó espejos.
Es ahí cuando me entero que las personas,
o los espejos,
no se empeñan en comprender que, “dar la vida”,
es el acto más falso de las personas,
porque al final están brindando algo carente de sentido,
algo que no les vale,
algo que les estorba.
Es ahí cuando me entero que los espejos,
o sus reflejos,
no se afanan por entender que vivir la vida
es un complejo misterio por descubrir,
y que ofrecerla a cambio del \"amor de la vida\"
es el negocio vano de la muerte.
Pues si el \"amor de la vida\" te la recibe,
debes morir porque ese es el trato,
y si te mueres, debes partir en soledad,
sin el \"amor de tu vida\",
o más bien,
sin el amor de tu muerte.
¡Vaya espejos testarudos y confundidos!
¡Vaya reflejos tan allegados por quien los mira!
¿No comprenden que el amor de la vida
no depende de la personas que tanto amamos,
sinó de uno mismo?
El amor de la vida se siembra en el corazón,
sus semillas se cuidan y su tierra también,
y cuando por fin florece entre nosotros,
se le abre las puertas para que sea libre.
Así, las flores del “amor de la vida” de otros jardines,
habrán de deleitarse del fruto cualitativo de nuestras flores,
de su belleza singular y sus perfectos espinos,
de sus colores diversos y detalles divertidos,
de su aroma natural que alergia o magia incitara,
y de ese toque de naturaleza inamovible
nombrado libertad.
Chavarro.C