Reír, llorar, quisiera cantar,
mas los colores del viento se interponen en mi andar.
Pedir, orar,
las lágrimas en mis ojos me delatan por amar.
Mas los gorriones me miran y el águila hecha a volar
las caricias que en un día me sabias entregar.
Pues tu figura morena como roble en un palmar
desafía mi dureza frente a un precipicio abismal.
Amor cuan grande eres, perdona si te he hecho mal,
el fuego de tus pasiones no he podido olvidar.
Tu compañía de a ratos me llenaban mi pastar
y tus sazones sabían mi sentimiento abarcar.
Todo lo que soy me viene sin miedo y sin temores,
de todo lo que vivimos sin cansancio y con pasiones.
Los rincones de la casa me recordaban entonces
el amor que nos juramos entre flores y sinsontes.
Camino por un sendero, bohemio, tal vez, no más,
como el Cristo de los tiempos al cual no miramos más.
El cual nos impela con su eterno Amor, no más,
sin dejar que le brindemos todo nuestro potencial y mas.
Solo, pobre, sin nada en mi vida ya,
ni familia, ni amigos, ni amores con que sonar,
se me acabara la vida y no sabre vivirla ya,
sin dejar de amarte siempre, Dios mi Padre celestial.