Miguel Ángel Miguélez

Bajo la sombra de un sueño

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

 

 

 

 

Bajo la sombra de un sueño

 

de diamante envuelto en plata

 

la noche va caminando

 

sobre un grillo a cuatro patas,

 

con mis ojos que lo miran

 

a través de las ventanas

 

en delirio y fuego insomne

 

entre suaves puñaladas.

 

Y van sangrando las horas

 

tras las fauces de su cara,

 

clava sus dientes de hielo

 

por los cristales del alma.

 

La casa que se derriba

 

cubierta de barro y grava,

 

escombros de lo que fuimos

 

antes de la madrugada.

 

Pasan dos alas sin pecho;

 

agudas, como de garzas.

 

Sé que no pueden volar,

 

tienen las plumas cortadas.

 

Y otra vez él me sonríe

 

con sus ojeras amargas

 

y me hace una reverencia

 

mientras sus dardos se ensañan.

 

Ahora, en el agujero;

 

allí donde hicieran diana,

 

se advierte un sol al desnudo

 

cubierto de telarañas.

 

Deja que arranque esa risa

 

a la sierpe que lo llama,

 

deja que corte su lengua

 

con el cuchillo del alba,

 

deja que deje otra vez

 

que despierte a mi llamada

 

la luna que está llorando

 

tras de nebulosas mantas,

 

deja que rapte su llanto,

 

deja que enjugue sus llagas

 

y nade por sus orillas

 

antes de hundirme en la nada.

 

 

Vagando sobre el silencio

 

que quiebran las secas ramas

 

está la efigie de un hombre

 

vestido en férrea capa

 

mientas la niebla lo esconde

 

tras suaves cortinas de agua.

 

El viento arrastra una nota

 

que se descuelga del arpa;

 

es un lamento suicida,

 

badajo de mil campanas,

 

y el diapasón inasible

 

con su flagelo las rasga

 

como gubia en la madera

 

de la tormenta que estalla

 

y se derrama en astillas

 

un cosmos negro de lágrimas

 

con sus raíces eléctricas

 

ardientes por las entrañas

 

de las nubes, al acecho

 

del reflejo de esa estatua,

 

donde la vida es aún

 

una quimera de nácar

 

que aparece entre las sombras

 

por el camino del agua

 

donde el beso azul, la muerte,

 

confirma al fin que se apaga.

 

Cuerpo de grillo y afrenta,

 

sueño de luz, catarata

 

de oscuridad, pesadilla

 

que termina, eterna calma.

 

Paso, y traspaso el silencio.

 

Y, luego de todo, nada...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*

 

 

 

 

 

 

 

M. Á. M.