Tus labios, tus labios besan
mis ojos cuando los veo;
y besarlos yo deseo,
porque al verlos me embelesan.
Sutilmente ellos expresan
que están llenos de dulzura,
frescos son como agua pura
que baja por las laderas
y, moviendo tus caderas,
¡Ay Dios mío, qué tortura!
Tus labios, tus labios gruesos
me enloquecen al mirarlos
y la pasión por besarlos
está alojada en mis sesos.
Y en las noches les doy besos
en mis sueños tan lluviosos
sintiéndolos amorosos
tersos, suaves, delicados
y de ternura adobados
porque son tan esponjosos.
Dame un beso mesurado
y otro con mucha locura
que se junten la ternura
en un beso enamorado.
Cumple el sueño tan soñado
que me tiene estremecido,
siempre, siempre lo he querido
hoy lo digo a cielo abierto;
y no lo niego, es muy cierto,
que en mis labios lo he sentido.
Tantos besos esperados
y otros tantos escondidos;
y en mis noches, los latidos,
siempre están acelerados.
Tienes labios adorados
por mis ojos que te miran
te deleitan y suspiran
y los muerden suavecito
con un beso chiquitito
porque al verlos… ¡más deliran!
Y en una noche reciente
te soñé junto a mi lecho
y abrazada tú a mi pecho
te besé yo ardientemente.
Fuiste tú, muy complaciente,
con tus labios, bondadosa,
te sentí sabor a rosa;
de esa rosa, perfumada
con tu boca refinada
de mis besos… ¡deseosa!