Ben-.

Los escombros de una ciudad-.

Quién decidió desempolvar

el misterio, el manto níveo

que advierte del lamento,

la prolijidad de un ciego,

enumerando sus nebulosas

instantáneas, quién, decidme.

Si, en este enero, desprovisto

de escarcha, se suceden los impávidos

vehículos, los escombros de una ciudad

desmantelada. Que entren, pues,

los sujetos de materia inabordable,

los que ridiculizaron el ambiente,

y llenaron sus copas con las cenizas

del adiós. Quién decidió

inaugurar una estrella sobre la nevada,

excavar un túnel en mitad del desierto,

auparse, por la forma indolente de un párpado,

y sumarse a las filas de los desvanecidos.

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