Despojémonos de nuestros cuerpos,
Renunciemos, a las inquietas manos.
Demos un descanso a nuestras pieles.
La oportunidad, es hoy para las almas.
Tus galanteos no se diluirán en mi carne.
Serán entre nuestras almas que se aman.
Nos cortejaremos, esta noche, sin tocarnos.
Tu mirada fija, otorgará, el primer chispazo.
Mi nombre susurras al oído, fue el fogonazo.
Y se enciende un fulgor, sin siquiera, acercarnos.
Si mis ojos hablaran, te rogarían, que no te fueras,
Y a la noche callada, le pediría, que fuera iluminada.