El manto nocturnal se extiende sobre el orbe. No puede detenerle. Es una misión del alma, o una línea del hilo azul del destino tejida en el camino. Esa pupila que inquiera observa, que desmigaja y acelera, hace que el alma se deshaga en mil pedazos, y en un instante, se rehaga.
Los misterios insondables de la vida, nada comparables a ese agitar perpetuo y angustioso que oscila interminable en el corazón de una madre, ante el eventual peligro de sus hijos. Amoroso sentimiento que solo en ellas fluye y refluye.
Es esa herida sangrante que baña la tierra. Es la esencia misma del ser que espera. Es el instante que el tiempo prolonga, es la gota que la sed mitiga.
No importa la distancia, su oído escucha y sus ojos ven. En su grandeza infinita siente, que el corazón que en el suyo dormita, ha dejado de latir.
Se ha ido
Ala de luz en el camino
Fuerza del alma, cimiente del destino
Y el cielo se rasga en dos
Y las nubes se obscurecen
La sangre agita y enlaguna la pupila
Y desde entonces
Renace el verso del regreso
Esa plegaria interminable
Esa espada que asesina
Imagen: Créditos a su creador.
Luz Marina Méndez Carrillo/29082021/ Derechos de autor reservados
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