EN LA PROFUNDA ESPESURA
Profunda es la fantasía,
y clara es la realidad,
liviana es la pena mía,
y pesado el caminar.
La razón es como el día,
el miedo como la noche,
y entre la noche y el día,
soporta su carga el Hombre.
No vende su alma quien peca,
porque el alma es cosa mía,
en mi conciencia se queda,
y en el corazón habita,
como en el árbol anida,
la savia que le alimenta.
No vence el fuerte, lo intenta,
más derrota quien medita.
Luciérnagas en los ojos,
oscuros como la noche,
o claros cuál manantial,
grises son como las nubes,
que no dejan ver el Sol,
más la claridad no esconden,
el mar en ellos responde,
su enorme profundidad.
Insondable es la nostalgia,
que a veces llega y no sacia,
aunque abruma, aunque acapara,
va transitando sin pausa,
como una infinita noria,
un eterno vendaval,
o una verdad que te salva,
que impulsa o frena el andar.
Tiempo que afloja costuras,
que va zurciendo locuras,
que las heridas restaña,
y abre nuevas sin parar.
Tiempo que bebe del alma,
que se alimenta del karma,
oxidando las entrañas,
entre cordura y locura.
Inevitable y sagaz,
el verbo que nos cautiva,
entre la calma y la prisa,
deshoja la margarita,
va sembrando las premisas,
como nutrientes semillas.
En las rosas las espinas,
y en la risa la verdad.
El amor tiembla y palpita,
como una pluma en la brisa,
cuando la pasión amaina,
el tiempo transforma el alma,
y aquella escultura amada,
va esculpiendo sin parar,
una ráfaga que agita,
un incansable moldear.
Angel L. Perez ®
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30/08/2021