Levántate y enfrenta
que nada está ganado
ni mucho menos perdido;
pon en práctica lo aprendido
al servicio de la vida;
respira profundo,
tanto como puedas,
y haz que el sol te llene
los ojos de luz;
quítate el peso de la cruz
que no te pertenece,
eres libre y resplandece
en tu pecho la ventura,
por derecho propio adquirido
en el justo instante
en que al mundo has venido.
Reclama tu parte con voz tronante,
que tiemble el destino a cada paso,
está en la fuerza de tus brazos
la forja del devenir en gloria;
deja de contar la historia
y hazla conforme a tus ideales
pues, si tienes el alma pura,
otros te acompañarán,
a derrotar la desazón
que surca nuestros días,
en este fangoso mar
que insiste en engullirnos
y robarnos la alegría.
¡Levántate!¡Despierta!
pon tus sentidos en alerta
y tu sapiencia en marcha,
no dejes que se lleven,
de un soplo, todo lo logrado
que a pesar de parecer poco,
es mucho más que lo soñado.
Recuerda que el simio que hemos sido
hoy está flotando en el espacio.
¿De qué imposibles me hablas?
“Levántate y anda”.