Un benigno campesino
en tierra fértil sembró
el amor que cultivó
bajo aquel sol matutino
y sus frutos cosechó.
Y los frutos cosechados
con tanto esfuerzo y sudor
fueron frutos esperados
de sueños que alimentados
van creciendo con amor.
Y su amor se va expandiendo
con las tierras florecidas
que vivaces van fluyendo
las cosechas muy nutridas
que la vida van nutriendo.
Y mis ojos ven sus manos
resecas como veranos,
como surcos en la tierra
a la que su alma se aferra
como nuez de los manzanos.
Y las flores cultivadas
rojas, blancas o amarillas
van contando maravillas
para las enamoradas
con olores cautivadas.
Va sembrando las legumbres
y variedad de verduras
rescatando las costumbres
en cerros, valles, llanuras
y también en altas cumbres.
Los maizales y trigales
van luciendo sus colores
cultivados con amores
junto a verdes pastizales
con dulces cañaverales.
En las manos campesinas
se sustenta la existencia
de los pueblos y su herencia
que en las horas vespertinas
recogiendo van su esencia.
Y sus manos maltratadas
reflejando van tristeza
porque viven explotadas
y viviendo en la pobreza
siguen siempre marginadas.