Ben-.

Son pocas las palabras-.

Me duelen las manos, de tanto coser heridas, de permanecer inmóvil, dentro de las guaridas, donde se reflejan en los espejos, ciudades ya derruidas. Y ese amor que las sostuvo, también me duele y me pica, tarántula insomne, que derriba muertos en las literas de los trenes de medianoche. Me asombran los muertos en vida, los que ponen de pie las gradas de los anfiteatros, los que empujan piel y saliva, y construyen ejércitos y penumbras raídas. Son pocas las palabras, que duermen junto a mi vida, es la noche servicial e intacta, la que se apresura a mordisquear

mis labios de manzana oprimida. Lloro porque no tengo resultado, mi herencia será el viento nocturno y ese lobo que mis muslos acaricia. Levo anclas del amor ya disuelto, de las ventanas en forma de estalactitas, de las estrellas sometidas a las galaxias imperiales. Dejo mi vida, qué traje de cuerpo entero, vencido!

 

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