Las indolentes y tácitas palabras
esas, encerradas en una tormenta
de horas pasadas como sombras,
de recuerdos dichosos pasmados,
de aislamiento, ensueños y visiones
residen en la garganta, es su aposento.
Esas, las cuerdas las sostienen
bajo la lluvia, el viento, la noche,
suben y bajan ensanchado la garganta,
al final caen y se hunden
en una zanja que las devora.
Se tornan pesadas y espesas,
se convierten en un lodo
que ya no pueden salir.
Un día, crujen como vigas en ese fango,
quieren bullir aunque sea débilmente
llenarse de fuerza, transformarse y
expresar su historia real
la realidad que no se revela
esos fragmentos que nadie sabe,
quieren propagarse, no seguir aislándose
y transmitir sus sentimientos así duelan,
quieren levantarse de una vez por todas
no seguir abandonadas y olvidadas,
quieren palpitar suavemente o a gritos
insolentes, escandalosas, groseras
o con esa sutileza que convence,
solo quieren encaramarse, salir
y al fin quedar habitando en otros .
Esas, sólo al asomarse ya no serán hostiles
no estarán en una llanura solitaria
despellejando la garganta,
no habrá largos pergaminos
raspados con agujas y tinta de tiempo
con letras que reprochan pasividad,
serán al fin, removidas de ese lodo
y se convertirán en gráciles figuras
donde los orgullos y dolores
saldrán como galopante espuma
y quedarán distantes de ese lastre
porque habrán hecho erupción
y sin nada que ocultar.
ESAS SACALAS