Kapirutxo

Esperanza

ESPERANZA 
 
¿Cuántas veces la Tierra ha de girar? 
¿Cuántas los días sin ver el lucero? 
¿Y cuánto su rocío mañanero? 
¿Cuándo su resplandor podré alcanzar? 
 
Cuando la muerte deje de triunfar 
y a toque de silencio en el mortero 
desterremos al “homo carroñero” 
desnudo y sin carroña que almorzar. 
 
Cuando sea ceniza el desconsuelo. 
Cuando el sol amanezca en el poniente 
y la luna le siga por detrás. 
 
Cuando caiga divina agua del cielo 
que destruya el veneno de serpiente. 
Entonces, solo entonces y quizás. 
 
 
  
 
¿Cuándo su resplandor podré alcanzar? 
Cuando crujan y tiemblen los cimientos 
de mansiones y templos opulentos 
reclamando personas sin hogar. 
 
Igual a ver su luz puedo llegar. 
Cuando los mares rompan en lamentos, 
se conjuren las olas con los vientos, 
llevando al miserable a naufragar. 
 
Cuando un rayo de sol deshaga el hielo 
que oprime lo gentil y lo valiente, 
el vivir y el luchar con los demás. 
 
Cuando caiga divina agua del cielo 
que destruya el veneno de serpiente. 
Entonces, solo entonces y quizás. 
 
  
 
Sé dónde nunca la podré encontrar. 
En la paz de las aglomeraciones, 
el tumulto de inhóspitos rincones 
o en los incendios del fondo del mar. 
 
En manchas negras de la claridad, 
en la gran ternura del corazón 
de los Consejos de Administración 
o en la gran mentira de su bondad. 
 
En los escrúpulos de un usurero, 
en el crepúsculo del sol naciente 
o en el avance de la marcha atrás. 
 
Donde caiga divino el aguacero 
que destruya el veneno de serpiente. 
Allá, en esos espacios y quizás. 
 
 
 
¿Dónde la busco?, ¿Dónde hay que mirar? 
En los que tienen un mañana oscuro, 
en la juventud que exige futuro 
y en los que siempre fueron a luchar. 
 
Los que retan a la tempestad, 
los que nunca se dieron por vencidos, 
corazones en un puño fundidos, 
reclamando su techo y dignidad. 
 
Donde está el sentimiento verdadero 
que es capaz de nadar contracorriente 
en su avance que no mira hacia atrás. 
 
Donde caiga por fin el aguacero 
que destruya el veneno de serpiente. 
Mirando hacia ese norte, pues quizás. 
 
 
Porque la esperanza nunca se pierde, 
muchas veces se tiene que ocultar 
en largos laberintos que ella entiende 
y no nos queda más que investigar