“La última explicación … no está en la dictadura de una voluntad todo-controlante, sino en las voluntades de una sociedad llena de criaturas libres”. ******
\"Dios sabe lo que va a suceder mañana porque es lo que sucederá. No es que va a suceder porque Dios lo sabe. El conocimiento de Dios no es necesariamente causal”.
Proverbios bíblicos
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Suelto por la mano, y el ojo visor demasiado alto,
altísimo para ocuparse de uno, por uno, por uno…
entre infinitud de células energizadas libres,
estrellas, sistemas y galaxias…
todo ha de venir, todo viene por libre albedrío
por sola e incambiable decisión propia, individual
de su único definidor desde siempre, hasta siempre.
Ergo, no es el garrote de Caín el que escribió la historia
sino la acción del primer difunto.
Desde que se alejó, abandonó, desentendió, se despreocupó…
El trueno se silenció, se perdió, no volvió Él,
El Que Es, el Soy El Que Soy…
No otra vez Noé. Ni Abraham. No otra vez Moisés.
Ni otra vez José y sus sueños, tampoco.
Ya no más la historia de títeres y la gran mano,
ni para que se escriba el futuro que nos es presente,
ya no más incursiones ni intromisiones desde arriba,
santificantes para unos, para otros condenatorias…;
no más guardianes azules, o negros, ni espirales protectoras.
No más culpables célicos de nada, nadie, ni ahora, ni nunca.
Tampoco será el sino, el antiguo escrito,
ninguna inconmovible ley la que define nada
ni antes, ni ahora, ni después, todo ocurre siempre
todo ocurrirá al instante de las decisiones;
ningún armatoste óseo ni vaporoso persigue al mortal,
que de por sí se ha de saber presente consciente
y futuro en la nada a partir de un instante…
Muerte… cambio… vacío… final…ausencia… nada…
Y los imberbes, crédulos, incrédulos…
sucumbidos por yugos inauditos, imposibles.
Nos, ellos, abandonados en Él, suplicando, imprecando;
sacrificios, promesas, compromisos, ofertas,
oración interminable, bendiciones, maldiciones;
gratificando, reclamando, culpando, acusando sin cesar
a quien anunció que su reino no es de este mundo…
imprecando al fatalmente destrozado
a quien tampoco sabía por qué le habían abandonado…,
a una energía transfigurada, inescrutable, cósmica …
Todo esto es trajinar el solo y propio sendero,
nada de bien decir, o mal decir ha de torcer, sino lo necesario
que crea y acepte el ego individual con guion ecuménico,
al rendir cuentas el día y en juicio final
del crimen atroz, aciago, de haber estado vivo.
No castigo, no vendetta, no desquite; quién, de quién,
del polo contrario a tan terribles marcas, solo humanas?
Solo deja, solo decide, solo acaba,
inconsciente en su saber, lo ha de hacer,
como siempre; o por el hecho circunstancial
de eso inconcebible, no lo ha de hacer,
o que, a no ser por ocultos enemigos interiores,
o irremediable error -fatal error-
no deja sospechas de que es también
una auto decisión que a la postre le insta
y le cerca hasta el parpadeo final.
Lágrimas, balsámicos hechos y dichos
arpegio de la incertidumbre y del dolor.
Dolor… dolor… que trae fuerza para revertir
lo indecible, lo increíble, lo inaceptable,
y la marea de lo inconcebible y la ceguera…
Eso es todo… ¡Y eso es todo!
nada más qué hacer ni decir, todos por igual…
a dejar de seguir el camino, por decisión propia
circunstancial, inimaginable, increíble, impostergable…
bebiendo el mismo cáliz existencial y su indeleble medida
hasta girar y auto envolver en tinieblas
la silueta dejada por la consumación del pretérito,
presente y el nada más del paso fatal ejecutado...
... Y el inconmovible cosmos sigue girando
con su edénico vacío de infinitos vórtices
e inconcebibles realidades para redimidos
e irredentos, materiales e inmateriales…
¡ESO ES TODO!
Solo tinieblas inacabables, vacíos certeros, nada…
sombras y silencios, abismo innato y nada…
energía y materia transformadas en instantes
no por voz ni por sentencia, ni designio,
todo ocurre y termina en sacudón de neuronas
determinantes neuronas y óseas disposiciones,
y toda voz sin voz llama como infiere
a su vacío existencial y temores heredados,
sin inquirir que todo cuanto ocurre, hasta el final,
no adviene por dictamen supremo alguno...
no es más que el inexorable ejercicio, del real y único legado que El Que Es
concediera y concede en todos los albores:
El libre albedrío.
¡ESO ES TODO!
Bolívar Delgado Arce