Raiza N. Jiménez E.

UN REGALO DEL CIELO.-

¡Regalando miradas y  con sus tiernos encantos!

Así  llegó a mí, inundado de algarabía y nobleza.

Solicitando regalos, pagaderos en fe y sonrisas.

Vino este Perseo  en un lindo día de primavera,

provisto de decisión, bienestar y  voluntad llegó.

Zafarse pudo las Ninfas, para llegar a mi vera.

Estaba acostumbrado a las luchas con titanes.

Hizo honor a su linaje reverenciado la entrega

y la misión que le  encomendaron otros Dioses.

¡El reconoció su destino aunque no lo sabía!

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Lo vi misterioso, tímido, obsequioso e ingenuo.

Vino a  sembrarme alegría y llevarse como

premio, muchas de mis dudas y añejas tristezas.

Con su cargamento celeste fue alivianando

mis penas y  llenando mi corazón de alegría.

¡Eso, no lo sabía, pero, sería conmigo su misión!

 ***

Desde ese día, todos los días yo lo esperé…

Para que, animara mis tardías sonrisas y me

dejara en garantía, sus bendiciones y sus ternuras.

Justo, cómo se dejan los presentes divinos que te

remozan  la vida y te animan las esperanzas.

¡Venía guiado  por su  magia y mi destino,

pero, todo ese misterio  ni yo misma lo conocía!

 ***

A cada solicitud, mi alegría se fue expandiendo,

salieron de su timidez todos los consejos sabios.

Esos que nos impiden soñar con las cosas sencillas.

Esas que otorgan felicidad y placidez a las adustas

existencias que mueren, como se moría la mía.

¡A llenarme de risas  venía y ni el mismo lo sabía!

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¡Cuando  te llegue un regalo apersonado del cielo,

abre la puerta y atesóralo que, puede ser tu consuelo!