Cuantas noches te espere para que
fueras mía, hasta mi esposa; y como
siempre ambiciosa te quedaste
con el mejor postor. Yo triste
y apenado quise dedicarme al licor,
pero un ángel bondadoso me
enseñó, que inspirandome podía
deshacerme de tú desamor.
Hoy que estoy libre y felíz, escribiendo
de lo malo y lo bonito del amor,
vienes arrepentida...que con quién
te uniste no te cumplió. Que mala
suerte la tuya, porque no estoy para ti.