Soy mi sombra de antaño.
La ropa holgada, el pelo gris,
la barba mal cortada,
los ojos opacos, que no dicen nada.
Soy la historia caminante.
La expresión de otros tiempos.
Inadaptado; solitario.
Un viejo diario amarillento.
El áspero sabor del carbón,
que supo arder y ser fuego.
La triste sensación de lo perdido;
el resto que se dejó el olvido.
La guitarra descordada, abandonada.
La voz apagada y solo un canto por dentro;
el ansia contenida, la impaciencia controlada.
El pudor de la pena cantada.
Me siento la desazón en su argumento,
en un nuevo paraíso que no comprendo;
que todos parecen aceptar,
a cambio de pertenecer al cuento.
Me siento y espero; espero.
Quiero ver, yo, lo soñado; prometido, anhelado.
Porque aún creo, me sostengo;
mientras sufro lo observado.
Aprieta mi mano, no me dejes caer.
¡Sostenme, Hermano!,
y recítame al oído todas las utopías,
por las que hemos llegado hasta aquí.
¡Nos queda camino por andar!
Seremos sombra, hasta tanto sean ellos la sombra.
Triunfará la palabra sentida, por sobre la disimulada;
el sentir fraterno se impondrá al impostado.
¡Resiste poeta!
Será la poesía, lenguaje universal.