Atraído por los aromas
mojados del páramo,
me fui deslizando
sobre la sinuosidad
de sus caminos.
Muy cerca se mostraban
las aterciopeladas
lenguas de los frailejones,
simulando estrellas blanquecinas
en cada recodo de mi andanza.
A un lado los hilos
de nacientes aguas,
se prenden vistosos
de mis ateridos ojos;
en otros parajes
mostrando su encanto
hay gotas de lluvia
sobre los penachos
que forman la cresta
del paisaje blanco.