Al contemplar en el cielo,
su presencia, su grandeza,
su secreta sutileza
encontré al fin mi anhelo;
pues descubrí que te quiero
y que sigue en mí tu esencia,
que mucho duele tu ausencia
y tu recuerdo venero;
mas donde estés, yo deseo
seas feliz con quien quieras,
en tu recién devaneo;
pero en mi está prisionera,
convertida en el recuerdo:
ésa, tu alma que me espera...