Metido en un grandioso laberinto
y el paladar en gesto generoso
daba igual el color rojo o espumoso
porque empezando blanco, acabó en tinto.
La mente con barricas por el Duero
la razón empuñando fuerte el vaso
con todo rebosante siempre escaso
me bebí otro Rivera con esmero.
Con mucha educación y más cariño
pedí un buen chuletón y un albariño
sin pegar con aquella carne roja.
Pensando en Rías Baixas mi cabeza
agarré mi botella con grandeza
y desplomando al suelo...pedí un Rioja