Mi cardo, descanso mortal en la paja,
Raja el cielo la cometa con su ruido,
Mientras el cielo comete suicidio por ver tras
Las montañas,
Dueñas del vértigo y de cada ombligo de la tierra.
Basta una sola lluvia para reverdecer el páramo, el potrero que es parada obligada de los que tienen sed de aire, hambre de furia, calor de viento,
Y cada poro absorbe cada sol que aparece, cada prana que sospeche, ir por la entropía de cada amante,
De cada vivo ambulante,
Que recorre caprichoso cada camino en el cielo,
Cómo un volantín el espacio vacío.